EL DÍÁLOGO DE LA LACTANCIA

El alimento es importante, pero no es lo único importante, ni lo más importante.

Un alimento dado en un ambiente relacional frío, pobre de afecto, distante emocionalmente no aporta nada profundo al proceso de desarrollo del niño. Además sólo lo afectivo hace que el alimento se aproveche al máximo, hace que tenga los efectos favorables para la totalidad del crecimiento del niño.

Cuando se dice que un niño necesita a la madre para vivir, no se refiere sólo a alguien que lo alimente materialmente, sino que de su relación va a depender el desarrollo posterior de la personalidad adulta.

Es muy importante lo afectivo, lo relacional, la ternura. La madurez no se consigue si no es en un ambiente de cuidados maternos, que se exprese con besos, caricias, conectando físicamente, incluso muchos autores llegan a afirmar que el cerebro “no acariciado” no funciona, y esto es verdad, ya que el cerebro infantil, nace muy inmaduro y no está mielinizado hasta los dos años de edad aproximadamente. La mielina (sustancia que envuelve los nervios y las neuronas, y que lo que permite que se produzcan conexiones entre ellos) se produce por el contacto físico, por las caricias, por las sensaciones que produce ese contacto. Estas sensaciones táctiles desencadenan la producción de la mielina que cubre los nervios y las neuronas. Por eso los animales lamen a sus crías cuando nacen.

La madre es un verdadero organizador del psiquismo infantil, actuando a través de la piel, de la voz, del calor, de la caricia, de la lactancia. Y la lactancia es un complejo intercambio en el que a través de elementos senso-motrices y de las gratificaciones profundas que se producen, se contribuye a la aparición del sentimiento de seguridad en el niño y del sentimiento de amor materno en la madre. Es el niño quien hace nacer el amor materno, el verdadero sentimiento de amor materno que alrededor del 4º o 5º día aparece en la madre.

El niño capta infinitas maneras de lenguaje preverbal con las que la madre le habla, por el tono emocional de la madre que acepta o rechaza al niño que le está sacando al leche, por el gesto de cogerle, de colocarle, de ponerle cómodo o incómodo, por hablarle con palabras aunque el niño aún no pueda entenderlas pero que sin duda siente… en pocas palabras es la suavidad o la rudeza con que la madre dialoga corporalmente con su hijo mientras le alimenta lo que va a contribuir a la formación de un tipo u otro de personalidad. Porque el niño toma la leche en muy poco tiempo, pero sigue después agarrado al pecho mucho más tiempo, sin tomar leche porque el pecho se ha vaciado, pero sigue ahí hasta quedar dormido y relajado, porque aún obtiene otras gratificaciones (estar seguro, percibir afecto, sentirse querido y aceptado…).

Por eso, otro tema muy importante para las madres primíparas es la postura para amamantar (lo vemos en otro artículo).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acabo de leer su ofrecimiento de ayuda en el foro de la asignatura de Sociología de la Educación y he entrado por eso motivo en su blog.

Estoy sorprendida positivamente. Lo consultaré más a menudo porque me parece un foro muy completo.

Respecto al tema de la lactancia, soy madre de un niño de 3 años. Ambos nos encontramos disfrutando todavía de la lactancia. Por ese motivo, me ha alegrado ver escrito lo creo que mi hijo y yo hemos experimentado en estos 3 años. Para nosotros, las ventajas que la lactancia pueda tener en el ámbito de la alimentación y de la salud, que son muchas, no son las más importantes, desde luego. Desde nuestro punto de vista, gana el plano emocional. La seguridad que la madre ofrece al hijo a través de la lactancia a demanda, yo creo que es el aspecto más importante de todos.

Muchas gracias de nuevo. Un saludo.

E.