EL ENCUENTRO CON EL PADRE

Igual que hemos visto algunos procesos de vinculación con la madre (el apego, identificación, etc.), vamos a hacer lo mismo en cuanto al padre.

LA PREPATERNIDAD

Con la mujer es más fácil realizar estudios durante la gestación y conocer los cambios que se producen: físicos, emocionales, etc, pero en el caso del hombre, es más complicado, y además se ha estudiado menos, o al máximo, desde hace menos tiempo. Pero en el hombre, en el futuro padre, se producen también ciertos cambios emocionales.

¿Qué cambia para el hombre durante la espera del hijo?

Se dice que el pre-padre, no quiere decirse en voz alta lo que siente, lo que teme, desea, lo que le amenaza, le confunde y le estimula. En esos momentos suelen aparecer la confusión y la duda y un reparto de los papeles masculino y femenino basado en unas imágenes estereotipadas del padre que le arrastran y le confunden. Así, la paternidad aparece como confusión y en esa confusa espera el hombre recibe pocas ayudas.

La verdad es que el hombre puede vivir sentimientos muy profundos durante el embarazo de su mujer, aunque a la vez se suele encontrar impotente para encontrar un cauce que le permita expresar esos sentimientos. En este sentido la orientación que se le suele dar al padre consiste en hacerle partícipe del embarazo, mediante información de todo lo que va pasando, sobre los cambios que se producen en el cuerpo de la mujer, etc., para que participando de ellos, pueda encontrar un camino para expresar sus dificultades, sus alegrías, sus emociones y al mismo tiempo, para que disminuyan las distancias y soledades que se pueden crear en la pareja durante el embarazo.

El padre tiene que aprender a vivir el embarazo como algo que no es exclusivamente competencia de la mujer; el embarazo afecta a ambos. Y además, las modificaciones que se van produciendo en la mujer, producen en el hombre resonancias emotivas, pero también físicas.

Normalmente la plenitud física que siente la mujer, se suele convertir en inseguridad y angustia para el hombre, que vive los cambios de la mujer como amenazantes e inquietantes, y todo esto normalmente se produce gracias a los tópicos y prejuicios que nos transmite la cultura.

Algunas sociedades mantienen rituales que preparan la paternidad. En la nuestra estos rituales no existen pero el comportamiento pre-paternal está lleno de síntomas físicos que hacen pensar que los componentes biológicos de la paternidad no son tan diferentes a los de la mujer embarazada. Estos síntomas físicos, psicosomáticos (“síndrome de la covada”) empiezan a aparecer sobre el 3er mes de embarazo y duran hasta el nacimiento del hijo. Y esto esta demostrado por varios estudios clínicos, que muestran que el padre vive muy profundamente el preparto. Algunos síntomas pueden ser:

- Pérdida de apetito
- Dolor de muelas
- Náuseas y vómitos
- Dolores de riñones
- Además de la ansiedad, insomnio y cierta irritabilidad.

La mayoría de padres suele mostrarse contento por el embarazo, pero preocupados por la carga emotiva y económica de la llegada de un hijo.

Algunas actitudes comunes durante la gestación, se centran en la envidia del embarazo de la mujer y en la negación del embarazo, pretendiendo que la mujer lleve una “vida normal”, e imponiéndole ritmos fatigosos a nivel de diversiones, etc.

Para otros la identificación con la mujer es tan completa que se ocupan de la dieta de ella y de su ropa, controlan su peso, les compran ropa pre-mamá… y tienen una gran ansiedad, por la buena marcha del embarazo.

Algunos autores afirman que la ansiedad del hombre y la preocupación por el malestar y sufrimiento de la mujer, etc., es incluso mayor que en ella misma.

Aquí podemos ver que tras esa imagen del hombre como sostén de la mujer se oculta un hombre que para ser fuerte y seguro, necesita de mayor apoyo por parte de los amigos, los padres, y en especial de la propia madre.

Es importante tener en cuenta que los padres más comprometidos durante el embarazo, son después del nacimiento los más competentes en el cuidado del hijo, con mayor capacidad y sensibilidad para hacerlo y además lo hacen con más gusto, más satisfactoriamente.

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