La lactancia materna tiene muchas ventajas tanto para el bebé como para la madre:
Antes de nada hay que pensar que la lactancia natural cuenta con miles de años de éxito, mientras que la artificial sólo tiene unos 100 años, y con varios problemas.
Aporta defensas para evitar infecciones (Los bebés tienen menos catarros, casi ninguna diarrea (es casi imposible), menos bronquitis y otitis, menos infecciones urinarias…).
Está siempre bien preparada y a la temperatura correcta.
Tiene todos los nutrientes sólidos y líquidos necesarios para el crecimiento del bebé.
El bebé aprende a mamar según sus necesidades, no sólo en cuanto al hambre, sino que puede obtener más o menos líquido o alimento según las necesidades.
La madre tiene también menos infecciones urinarias y su útero se reduce de tamaño en menos tiempo.
Hay mayor unión afectiva entre los dos.
Es mucho más barata...
Los primeros días no hay mucha cantidad de leche, pero hay justo lo que necesita el niño. Además, la primera leche (calostro) es especial, muy rica en proteínas y defensas.
Para que la cantidad de leche vaya aumentando, hay que ponerse al niño al pecho lo antes posible (nada más nacer si es posible). Y no se debe seguir ningún horario especial, sino hacer caso al lactante (cuando llore o esté despierto y buscando, darle el pecho).
Tampoco tenemos que controlar el tiempo que tarden en mamar; a veces tardarán unos minutos, otras, casi media hora, dependiendo de sus necesidades, tanto de alimento como de líquido.
Es bueno alternar los pechos, pero tampoco hay que obsesionarse. El darle de mamar en los dos pechos ayuda mucho al desarrollo de su lateralidad.
ERROR: pensar que los primeros días el niño se va a morir de hambre y darle otros alimentos (biberones de sueros azucarados, de leche artificial…), con lo que estaremos consiguiendo perder la lactancia materna (que necesita continuidad) y además que el niño tenga alergias posteriores.
Si queremos dar el pecho al niño, tenemos que saber que es lo mejor para él y que no necesitará nada más (ni agua, ni zumo, ni infusiones…), al menos durante los primeros 6 meses, y tenemos que tenerlo muy claro y no dejarnos influenciar por las “buenas intenciones” y “consejos” que nos puedan dar otras personas (generalmente madres y suegras) sobre que el niño pasa hambre, o sobre que nuestra leche es aguada o mala (ESTO ES IMPOSIBLE).
No debemos ir a la farmacia para ver qué nos dicen, seguramente nos venderán una leche.
Tenemos que tener en cuenta que:
- Si le damos otras cosas, el niño tendrá menos hambre, mamará menos y la leche irá disminuyendo hasta desaparecer
- Puede acostumbrarse a la tetina del biberón y luego cogerse peor al pecho.
- Y sobre todo pueden aparecer alergias al cabo de un tiempo.
Es normal que después de nacer el niño (en los primeros 4-5 días) pierda peso; pronto lo recuperará. Y después no debemos obsesionarnos con pesar al niño para ver si aumenta de peso. Si queremos hacerlo, con una vez por semana, y siempre en la misma báscula, basta. Si vemos que una semana el niño no ha aumentado, esperar a la siguiente; a veces el niño aumenta 100 gr. y a la siguiente 200.
No hay que pesarlo antes y después de mamar para ver lo que aumenta porque algunas básculas no pueden detectar aumentos de 20 o 30 gr., y esto pone nerviosa a la madre.
Al dar el pecho la madre debe estar cómoda, y es bueno preparase algo para beber (agua, zumo, leche), ya que puede sentir mucha sed.
Hay que lavarse bien las manos, pero no tanto el pecho, para que el niño reconozca su olor y lo busque. El pezón no debe limpiarse con soluciones antisépticas, basta con la higiene diaria para amamantar sin ningún riesgo.
DURANTE CUÁNTO TIEMPO AMAMANTAR:
El que la madre pueda y quiera. Siempre será mejor 2 semanas que nada. Pero lo aconsejable es un mínimo de 6 meses; a partir de esa edad el niño ya puede ir tomando otros alimentos, por lo que mamará menos, pero puede seguir haciéndolo, porque es muy bueno.
La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses y como complemento hasta los 2 años.
Antes de nada hay que pensar que la lactancia natural cuenta con miles de años de éxito, mientras que la artificial sólo tiene unos 100 años, y con varios problemas.
Aporta defensas para evitar infecciones (Los bebés tienen menos catarros, casi ninguna diarrea (es casi imposible), menos bronquitis y otitis, menos infecciones urinarias…).
Está siempre bien preparada y a la temperatura correcta.
Tiene todos los nutrientes sólidos y líquidos necesarios para el crecimiento del bebé.
El bebé aprende a mamar según sus necesidades, no sólo en cuanto al hambre, sino que puede obtener más o menos líquido o alimento según las necesidades.
La madre tiene también menos infecciones urinarias y su útero se reduce de tamaño en menos tiempo.
Hay mayor unión afectiva entre los dos.
Es mucho más barata...
Los primeros días no hay mucha cantidad de leche, pero hay justo lo que necesita el niño. Además, la primera leche (calostro) es especial, muy rica en proteínas y defensas.
Para que la cantidad de leche vaya aumentando, hay que ponerse al niño al pecho lo antes posible (nada más nacer si es posible). Y no se debe seguir ningún horario especial, sino hacer caso al lactante (cuando llore o esté despierto y buscando, darle el pecho).
Tampoco tenemos que controlar el tiempo que tarden en mamar; a veces tardarán unos minutos, otras, casi media hora, dependiendo de sus necesidades, tanto de alimento como de líquido.
Es bueno alternar los pechos, pero tampoco hay que obsesionarse. El darle de mamar en los dos pechos ayuda mucho al desarrollo de su lateralidad.
ERROR: pensar que los primeros días el niño se va a morir de hambre y darle otros alimentos (biberones de sueros azucarados, de leche artificial…), con lo que estaremos consiguiendo perder la lactancia materna (que necesita continuidad) y además que el niño tenga alergias posteriores.
Si queremos dar el pecho al niño, tenemos que saber que es lo mejor para él y que no necesitará nada más (ni agua, ni zumo, ni infusiones…), al menos durante los primeros 6 meses, y tenemos que tenerlo muy claro y no dejarnos influenciar por las “buenas intenciones” y “consejos” que nos puedan dar otras personas (generalmente madres y suegras) sobre que el niño pasa hambre, o sobre que nuestra leche es aguada o mala (ESTO ES IMPOSIBLE).
No debemos ir a la farmacia para ver qué nos dicen, seguramente nos venderán una leche.
Tenemos que tener en cuenta que:
- Si le damos otras cosas, el niño tendrá menos hambre, mamará menos y la leche irá disminuyendo hasta desaparecer
- Puede acostumbrarse a la tetina del biberón y luego cogerse peor al pecho.
- Y sobre todo pueden aparecer alergias al cabo de un tiempo.
Es normal que después de nacer el niño (en los primeros 4-5 días) pierda peso; pronto lo recuperará. Y después no debemos obsesionarnos con pesar al niño para ver si aumenta de peso. Si queremos hacerlo, con una vez por semana, y siempre en la misma báscula, basta. Si vemos que una semana el niño no ha aumentado, esperar a la siguiente; a veces el niño aumenta 100 gr. y a la siguiente 200.
No hay que pesarlo antes y después de mamar para ver lo que aumenta porque algunas básculas no pueden detectar aumentos de 20 o 30 gr., y esto pone nerviosa a la madre.
Al dar el pecho la madre debe estar cómoda, y es bueno preparase algo para beber (agua, zumo, leche), ya que puede sentir mucha sed.
Hay que lavarse bien las manos, pero no tanto el pecho, para que el niño reconozca su olor y lo busque. El pezón no debe limpiarse con soluciones antisépticas, basta con la higiene diaria para amamantar sin ningún riesgo.
DURANTE CUÁNTO TIEMPO AMAMANTAR:
El que la madre pueda y quiera. Siempre será mejor 2 semanas que nada. Pero lo aconsejable es un mínimo de 6 meses; a partir de esa edad el niño ya puede ir tomando otros alimentos, por lo que mamará menos, pero puede seguir haciéndolo, porque es muy bueno.
La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses y como complemento hasta los 2 años.
2 comentarios:
Tengo una hija de 18 meses, amamantó exclusivamente hasta los 9. Entonces empezó con los purés de verduras y frutas. Todavía no se ha puesto enferma ninguna vez. Y estoy muy contenta de darle de mamar, aún lo hace. He intentado el destete, pero ella no quiere. Le dan asco las tetinas de los biberones. Así que continuaré con la lactancia, la verdad es que me ha sido muy cómodo y no me he gastado ni un euro en leches adaptadas.
Has hecho y haces muy bien, además de aportar a tu hija todo lo que necesita en cuanto a alimentación, y en cuanto a afectividad, la relación con tu hija, tanto ahora como en el futuro será muy positiva.
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