CONSEJOS SOBRE LA DISCIPLINA

- NO centrar en el padre el rol de la disciplina (sobre todo cuando es más bien una rigidez punitiva que provoca agresividad), ya que puede conducir a una relación frustrante e insatisfactoria entre padre e hijo.

- La madre debe colaborar; las decisiones disciplinares tienen que ser compartidas entre ella y el padre y cuando esté sola debe evitar aplazar la toma de decisiones para cuando esté el marido, teniendo la responsabilidad de decidir igual que haría el padre al estar solo.

- El padre debe tener reglas bien definidas, pero esto no debe evitarle ser sensible a los argumentos del hijo y a las necesidades de expresarse por sí mismo.

- El Padre NO ha de tener siempre la última palabra. El padre que tiene que vencer siempre ante cualquier cosa no está permitiendo que el hijo desarrolle la independencia y la capacidad de afirmarse personalmente.

- El hijo no debe estar oprimido por la imagen de un padre perfecto. Lo mejor es que el hijo capte que el padre tiene límites y que puede cometer errores.

- Un padre que de vez en cuando pueda admitir que se ha equivocado y que el hijo tiene razón, está favoreciendo el sentido de competencia de éste.

- Un padre que nunca comete un error puede ser un modelo demasiado frustrante a imitar.

- La verdadera disciplina se consigue cuando el padre integra en sus actitudes educativas

+ La afectividad
+ La capacidad de decidir sin miedo
+ La firmeza y la aceptación de las propias limitaciones, errores, fallos…

y sólo así el padre aparecerá ante los ojos del hijo como un ser provocador de estímulos y de deseos de superación y de progreso, etc.

- A todo ello hay que añadir buenas dosis de permisividad frente a lo limitante; aceptación frente a lo que se tiende a rechazar; aceptación de la independencia frente a la tentación de dar todo hecho al niño.

- Intentar lo correcto, aún a riesgo de equivocarse, es el camino que hay que recorrer en una familia.

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