PROYECCIÓN EMOCIONAL

Es cierto que la mayoría de veces lo que realmente importa no un hecho en sí… sino la percepción personal que tenemos del mismo, o lo que es lo mismo, lo que constituye el verdadero problema para nosotros es la forma en que vemos, percibimos, vivimos un problema…

Muchas veces creemos que los demás son culpables o responsables de lo que nosotros sentimos, pero ¿es eso cierto?... pues no siempre… el otro puede ser el detonador de tu emoción, pero la clave está en ti, la clave está en mí… si yo siento algo el primer responsable soy yo…

Para entender el concepto de proyección se suele contar un chiste; el chiste del abrigo:

“¿qué es un abrigo?...
…lo que el niño se pone cuando la madre tiene frío”…

Si entendemos la esencia del chiste y vemos sus implicaciones emocionales, entenderemos mejor este tema, que a veces, para muchas personas es difícil de entender… o de aceptar. Y la esencia del chiste es que el niño normalmente está corriendo, sudando, abrigado ya de por sí… pero la primera reacción de la mamá al sentir frío es trasladarlo a su hijo, cuando es ella la que está helada… Pues bien, aunque este ejemplo es muy simple, este mecanismo que está en la base de muchos conflictos, se llama proyectar, es decir, ver en otro lo que es “de uno”.

Teóricamente proyectamos en los demás aquello de lo que nosotros nos sentimos “culpables”… “reconozco" en otro, y "me molesta” en otro aquello que yo no acepto de mí…

Cada uno comprende el mundo desde la propia experiencia. No podemos sentir más que lo que sentimos en nosotros mismos. Si alguien tiene un dolor, tú puedes comprenderlo, saber lo que siente, etc. porque antes ya has sufrido algún dolor; lo has experimentado en ti mismo y entonces sabes qué es… pero si nunca hubieras tenido ni un mínimo dolor, no podrías jamás saber qué siente el otro cuando le duele algo. Si nunca has probado el vino no podrás saber cómo sabe. Si nunca en la vida te has enfadado, ¿podrás saber que siente el otro cuando se enfada?... ¡no!, es imposible, y con todas las emociones pasa lo mismo.

Durante la vida nuestro cerebro va aprendiendo y memorizando todo lo que vamos experimentando. Es verdad que podemos aprender cosas sin experimentarlas ¿por qué no? tenemos la capacidad de aprender del otro, pero también es verdad que la teoría sin la práctica sirve poco y más en el campo de las emociones que son maneras muy subjetivas, muy personales de vivir los acontecimientos. Entonces por mucho que te expliquen qué es el odio, la tristeza, la alegría… nunca llegarás a integrarlas en tu experiencia si no las experimentas en ti mismo.

Si somos empáticos, podremos comprender cómo se siente otra persona, compartir sus sentimientos, sentir con ella, ponernos en su lugar para después tratar de ayudarla… pero porque ya conocemos ese sentimiento, esa emoción… y la reconocemos porque nosotros ya la hemos vivido en alguna medida.

En pocas palabras somos la suma de nuestras experiencias.

Pero resulta que el ego tiene una tendencia a autoprotegerse mediante la evitación de la responsabilidad… su ley básica es que nada tiene que ver con él y todo lo proyecta hacia fuera (en otros). Entonces proyectar significa que aquello que no te gusta de ti mismo lo ves en otro, lo reconoces inmediatamente en el otro…

Si a ti no te gustan los guisantes y te traen un plato en el que hay guisantes, lo primero que va a ver en el plato son los guisantes…

Igualmente lo que no te gusta de ti mismo, no lo aceptas, no aceptas que eres así, pero sí que lo ves en el otro, lo que es lo mismo que decir, que lo que percibimos en otras personas… así somos nosotros en alguna medida…

Es fácil entender el chiste del abrigo o el comentario sobre los guisantes, pero ¿y las emociones?, ¿cómo se explicaría entonces que tu veas a alguien como agresivo, alegre o tranquilo?... y la respuesta desde este punto de vista sería que lo que ves, parte siempre de ti… tú eres la medida de todas las cosas, tú eres el metro con el que mides lo que pasa en el mundo y el criterio de comparación… es decir que tú tienes en alguna medida algo de los rasgos que percibes en la otra persona, si no sería prácticamente imposible que los reconocieras en el otro.

La idea es que para reconocer un rasgo en otra persona, antes hemos tenido que experimentarlo en nosotros, aunque no queramos hacernos conscientes de ello, aunque no sea fácil aceptarlo. Cuando alguno de estos rasgos nos fastidian, no nos gustan, nos hacen sentir culpables… no los reconocemos conscientemente, no podemos soportar reconocérnoslos; es más fácil proyectarlos en los demás.

Todos tenemos nuestro talón de Aquiles y deberíamos investigarlo. Se suele expresar en términos de falta de aceptación. Me refiero a cuando nos molesta aquello que no aceptamos de nosotros mismos y que visto en la boca de otro suena a “falta de educación”, el problema es que desde el punto de vista emocional, hablar de falta de educación no resuelve la responsabilidad personal… ese es el mensaje.

Midamos nuestras palabras cuando juzguemos a los demás, porque podemos estar delatándonos a nosotros mismos, ya que parte de lo que en ellos vemos, somos nosotros…

1 comentario:

Iñaki Pérez dijo...

A priori el mundo que nos rodea es como es, la diferencia está en como lo percibimos cada uno, en qué tipo de observador somos y por tanto en como actuamos en consecuencia.
Por tanto si ves positivo, actúas positivo y cambias a positivo,... en trabajo, educación, pareja, amistades, familia,...
¿Cómo quieres que sea tu mundo?