Llega el verano, ¿qué hacemos con los niños para que aprovechen el tiempo de sus vacaciones mientras se divierten?... ¿por qué no reforzar su atención, memoria y reflexividad?...
La atención es un paso previo a la memoria y el aprendizaje. Permite focalizar selectivamente la conciencia, filtrando la información y desechando la no deseada para poder recoger y almacenar la información elegida. Pero hoy en día son tantos los estímulos que recibimos a la vez, que es casi imprescindible aprender a qué y a qué no prestar atención, para no saturarnos.
Los educadores nos encontramos demasiadas veces con alumnos y alumnas que tienen un bajo rendimiento en los exámenes, pruebas y tareas cotidianas debido a su atolondramiento y a su impulsividad. Es muy común que no contesten o lo hagan mal a cuestiones que, por su nivel intelectual y de conocimientos, deberían ser capaces de resolver, y todo se debe a que, básicamente, no son capaces de pararse a pensar ¿qué tengo que hacer?... Otro error muy común es que se dejen sin contestar la segunda parte de una pregunta porque simplemente no se han dado cuenta de que estaba allí…
Normalmente el profesorado y padres y madres, nos limitamos a decirles que estén más atentos, más cuidadosos, que reflexionen más y que no sean tan impulsivos… pero el problema se vuelve a repetir una y otra vez… ¿por qué no enseñarles explícitamente a hacerlo?...
La reflexividad se puede enseñar a los niños y niñas igual que cualquier asignatura corriente, lo mismo que la atención y la memoria, consiguiendo que mejoren su rendimiento académico, sus notas, y además muchos aspectos de su personalidad y su conducta. No significa que se vayan a hacer más inteligentes, pero sí que saquen más partido a sus conocimientos y destrezas.
Los sujetos impulsivos emplean muy poco tiempo en analizar estímulos, son poco atentos, utilizan estrategias de análisis inadecuadas y cometen, por ello, más errores que sus compañeros reflexivos, quienes son más atentos y cuidadosos en el análisis, utilizan estrategias pertinentes, emplean más tiempo y se equivocan menos, obteniendo así mejores calificaciones, con capacidad para controlar e inhibir los movimientos, con autocontrol, con capacidad para usar destrezas y habilidades metacognitivas, con capacidad para resolver satisfactoriamente problemas…
Por otra parte, las actividades de refuerzo de la atención y la reflexividad son de lo más divertidas.
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